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Lunes 1 de febrero de 2021

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405 años del Cabo de Hornos: la familia más austral del mundo

En la Isla hay instalados dos faros, uno en la punta Cabo de Hornos en el extremo sur de la isla, construido en 1962, y otro en el sector de Punta Espolón, que cuenta con diferentes instalaciones, entre ellas una casa familiar.


El pasado viernes 29 de enero se cumplen 405 desde que Willem Schouten y Jacob Le Maire, avistaron un remoto peñón en el último punto del continente americano, al que le llamaron Cabo de Hornos.

Es ahí donde hace 29 años la Tercera Zona Naval instaló un Alcaldía de Mar, desde donde se protege el navegar de miles de aventureros, marinos, turistas y tripulantes que llegan hasta estas aguas para encontrar lo que alguna vez llamaron tierra prometida.

En la Isla hay instalados dos faros, uno en la punta Cabo de Hornos en el extremo sur de la isla, construido en 1962, y otro en el sector de Punta Espolón, que cuenta con diferentes instalaciones, entre ellas una casa familiar.

Hasta ahí llegó el Cabo Primero Víctor Ocampo de 33 años junto a su señora Lady y sus dos niños, Alonso y Trinidad en diciembre del 2020 para ser el nuevo Alcalde de Mar de Cabo de Hornos, hoy dependiente del Distrito Naval Beagle.   

“Junto a mi familia nos embarcarnos en esta aventura con el fin de vivir una experiencia única, disfrutar la naturaleza y lo más importante hacer vida familiar ya que por mi especialidad he estado siempre embarcado. Ha ha sido un desafío para mí, del cual me siento muy contento, puesto que es muy diferente a lo que realizaba anteriormente”, detalla.

Ocampo cuenta que su principal función es efectuar soberanía, controlar el tráfico marítimo, cuidando los intereses marítimos del Estado de Chile y mantener una permanente atención a las posibles emergencias durante el paso de embarcaciones comerciales y particulares o insertas en eventos deportivos como lo fue el paso de la reciente competencia Regata Vendée Globe, donde pasaron por este punto 27 embarcaciones.  

Bajo condiciones meteorológicas predominantes extremas y con constantes vientos de 20 a 30 nudos y olas que pueden superan los seis metros, el Archipiélago de Cabo de Hornos, presenta condiciones climáticas que pueden ser impredecibles, y cambiar de manera rápida, generando importantes peligros para las embarcaciones que circulan en el área.

Ocampo explica que ha sido toda una aventura conocer como familia este lugar. “Tanto yo como Lady y los niños nos sentimos privilegiados de la oportunidad que se nos ha dado de vivir en esta maravillosa isla, hemos conocido el clima cambiante, un mar en calma y grandes olas furiosas, sentido los fuertes vientos, pero gracias a Dios los niños se han adaptado muy bien, disfrutando tanto los días buenos que les permiten jugar afuera, recorrer parte de la isla y conocer la fauna de ésta. Todos los días se escuchan y podemos ver desde lejos lobos marinos, pingüinos, orcas, hermosos cóndores y los más cercanos los caranchos negros que llegan a nuestra misma ventana. Como también sabemos disfrutar los días en que el clima no nos permite salir, ya sea viendo una película, jugando juegos de mesa, cocinando con los niños, en fin y siempre observando con los binoculares desde la ventana a nuestros amigos los pingüinos y los cóndores cada vez que se dejan ver. Obviamente sin dejar de lado la gran cantidad de trabajos que debo cumplir para el correcto funcionamiento de este importante faro”.

“Sin duda esta experiencia nos permitirá crecer y fortalecernos como familia puesto que participamos mutuamente en las diferentes tareas diarias. Mi esposa e hijos se involucran en mi trabajo, me recuerdan hacer el informe meteorológico, están al pendiente cuando hay algún llamado de alguna embarcación, Alonso me acompaña a la mantención de los generadores, hacer cambio de aceite y otros como también yo ahora tengo más participación en las tareas cotidianas del hogar”, agrega.

Y así transcurre cada día en la Alcaldía de Cabo de Hornos cuando el faro se enciende y la luz del día se va, ya completamente oscuro comenta que sale bien abrigado con una linterna a apagar el generador, descansa un poco y se prepara para armar el informe meteorológico de las 3 de la mañana.

En tiempos de pandemia, el Cabo reconoce sentirse feliz de estar aislado. “Sabemos que esta aventura recién está empezando, no se deja de extrañar a la familia y amigos, esperamos ansiosos el día del próximo reaprovisionamiento de buques desde Puerto Williams para ver a otras personas. Los niños, las golosinas y frutas que es lo que más escasea. Como todo en la vida hay momentos buenos y no tan buenos, pero confiamos en Dios que estaremos bien, queremos y vamos a disfrutar a concho esta “aventura”, como lo llamamos de un principio con mi esposa y mis hijos, porque realmente estamos felices de estar acá y ser la familia más austral del mundo”, concluye emocionado.

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