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Sábado 24 de julio de 2021

Gobernación Marítima de Punta Arena

A 60 años de la tragedia del Crucero O'Higgins en Punta Arenas

El lunes 24 de julio de 1961, una de las lanchas del imponente Crucero O´Higgins, fue sorprendida por un fuerte temporal de viento y lluvia que la hizo zozobrar al llegar al costado de este buque.


Por Francisco Sánchez y José Mendoza

Se suele señalar que los buques tienen historia, estas son las transmitidas por las vidas de sus dotaciones, las cuales pasan meses de navegación y desventuras entre medio de sus fierros, recorriendo los lugares más apartados de la Patria cumpliendo labores muchas veces silenciosas, las cuales muchas veces son desconocidas, esforzándose y entregándose por entero al servicio de Chile.

La Región de Magallanes y Antártica Chilena registra muchas de estas proezas, en donde el dolor de la pérdida no ha estado ajena, producto de las difíciles condiciones de navegación y las inclemencias meteorológicas de una de las zonas de más difícil navegación en el mundo.

El lunes 24 de julio de 1961 se desarrolló uno de estos episodios, una de las lanchas del imponente Crucero O´Higgins, que regresaba desde el Muelle de Punta Arenas, fue sorprendida por un fuerte temporal de viento y lluvia que la hizo zozobrar al llegar al costado de este buque.

De los 40 hombres que transportaba, 23 de ellos lograron salvarse. Instantes después y sin poder recobrar el conocimiento, fallecieron a bordo del buque insignia de la Armada, el Sargento 1° José Lecaros Díaz de 41 años de edad, y el Grumete Alfonso Llancalleo Álvarez de 18 años.

Fue en esos difíciles y dramáticos momentos, que a través de la luz de un proyector, se divisó la mano de un marinero que aferrado a un madero era arrastrado por las tenebrosas aguas del estrecho. Sin vacilar los tripulantes de otra embarcación que también enfrentaban la furia del temporal lo arriesgaron todo para rescatarlo con vida, lo que se logró con éxito en una maniobra de alto riesgo, coraje, nobleza y hermandad marinera. Llevado rápidamente a bordo logrando sobrevivir a la tragedia.

Como se ha mencionado esa noche había un fuerte oleaje a causa del viento y cuando la embarcación atracaba al crucero, colisionando contra el portalón, produciendo el fatal accidente, eran marinos que regresaban de franco a su unidad, los cuales sin lugar a duda nunca pensaron en lo trágico de la jornada.

El Remolcador “Intrépido”, el Patrullero “Lautaro” y las lanchas de los cruceros en la bahía realizaron de inmediato una faena de búsqueda y salvamento en las inmediaciones del Crucero “O’Higgins”, tratando de recoger sobrevivientes o cadáveres.

Recuerdos de la tragedia

El grupo de contingentes de la Escuela de Grumetes “Alejandro Navarrete Cisternas” del año 1959, recordó hace un par de años el duro acontecimiento.

José Riffo Caro,  conmovido por el recuerdo, comenta que “al momento del suceso se encontraba de baja en la enfermería, producto de un fuerte cuadro gripal; por tanto, se les ordenó abandonar las camas para recibir a los accidentados. Con su alma estremecida advirtió que mi “Conti” y amigo Hugo Llancaleo, lo ingresaban fallecido”.

Fuertemente impresionado, pudo ver como su boca entreabierta estaba sellada por una fría escarcha; como un gélido testimonio que refrendaba lo hermético, lo inescrutable; había fallecido congelado en la cubierta del “O`Higgins”, al igual que el Sargento José Lecaros Díaz.

 Asimismo, recuerda los conmovedores gemidos de los heridos rescatados, debido a los dolorosos efectos causados por el cambio brusco de temperatura, y por consiguiente, la reactivación de la circulación de la sangre.

El recuerdo de José Riffo Caro también relata el estado del entonces Grumete Sergio Millapán, quien “salvó milagrosamente de ser atrapado por el furibundo mar durante las maniobras de rescate, mientras intervenía como proel en una de las embarcaciones; a causa del gran oleaje quedó colgando – enganchado con el bichero del portalón -, debiendo ser izado de prisa a bordo”.

 Riffo señaló en aquella oportunidad “aún me conmuevo con la evocación de aquel aciago día qué, siendo dotación del “Crucero Prat”, me debatía entre las turbulentas olas maniobrando como proel en una de las lanchas, durante el zafarrancho de rescate”.

Rememoró en aquella oportunidad José Riffo Caro que “al evocar la figura de nuestro camarada Llancaleo, me regocijo en su permanente sonrisa jugueteando en los labios. Oriundo de Puerto Saavedra, en donde falleció casi la totalidad de su familia durante el terremoto de Mayo de 1960, que afecto la zona; en tanto él, permanecía en la Escuela de Grumetes, moldeando su alma marinera. De figura recia, como fiel exponente de la noble estirpe mapuche; aun así, sencillo, dócil y disciplinado”, complementando que “lo paradójico fue que la fría escarcha selló prematuramente la sonrisa cálida, abierta y fácil del “joven marino bonachón”. El recuerdo aún persiste en mi mente, como el sabor del vino en la boca…, y su color, en el cristal de mi copa”.

Por otro lado Pedro Onías Silva Bustamante, también parte de la dotación del Crucero “O´Higgins”, recordó que “recién había llegado en el motor anterior al motor N°3. Estaba conversando con  mi compañero de litera, comentando  sobre el fuerte temporal desatado y como se movía el Crucero a la gira. De pronto la fatídica y reiterada orden de ¡¡¡Emergencia, emergencia, emergencia!!! Es Real, real, real… ¡todo el mundo concurrir a cubierta con salvavidas a socorrer náufragos del motor 3 que  se ha hundido!

Señaló Pedro Silva que “el llamado al zafarrancho de salvataje fue muchas veces reiterado.  Con mi compañero de litera, de inmediato calzamos y solo en pijama y toalla al cuello abandonamos el entrepuente de la 4ta. División, artillería antiaérea de 40 milímetros. Nos encontramos con una cubierta nevada, resbalosa y con fuertes balances, ambiente tétrico bajo continuas precipitación de aguanieve que dolía sus impactos en nuestras caras y no dejaba ver sostenidamente. Con mi “yunta” lanzamos nuestros salvavidas personales sobre los cuerpos  semiflotantes, pasando por el costado de estribor ya con poca movilidad”.

Recordando la trágica jornada, Silva relató que “la escena fue terrorífica, ver bajo la luz de los reflectores los reflejos de los botones dorados de capotes, chaquetones y junto a ellos muchos paquetes de compras. Con mi compañero cooperamos en sacar las balsas de salvatajes de las vecindades de las torres N° 4 y 5, sin mediar condición alguna las lanzamos al mar, previa verificación que hubiera campo libre de náufrago en el sector de caída al mar. Asistimos a Sergio Millapán Treuque, que estaba de proel, lo tranquilizamos  y le administramos café; preguntó por su contingente Hugo Llancaleo Álvarez, el cual ya estaba fallecido”.

La Prensa Austral y El Magallanes registraron el suceso

El martes 25 de julio de 1961 los titulares de La Prensa Austral y El Magallanes, daban a conocer una trágica noticia.

Periodistas de La Prensa Austral concurrieron al entonces Muelle Fiscal de Punta Arenas para inquirir mayores detalles, siendo informados de que habían sido rescatados unos veinte ocupantes de la lancha, quienes fueron atendidos de inmediato por el médico de a bordo, quien les prestó los primeros auxilios.

Las primeras informaciones no lograban determinar el número exacto de víctimas, señalando tres o un poco más, considerando la confusión y rumores que algunos tripulantes habían sido vistos a bordo y que no se contaban entre los salvados.

El Comandante en Jefe de la III Zona Naval, Contraalmirante Jorge Balaresque, se dirigió al muelle para imponerse del accidente y adoptar las medidas para rescatar al personal que pudiera ser salvado, las inclemencias meteorológicas hacían difícil la tarea, pero el esfuerzo se realizaba con el compromiso que siempre a caracterizado a la Armada de Chile.

Días posteriores

Durante toda la mañana se procedió a reunir la relación completa del personal que pernoctó en la ciudad y poder restablecer fehacientemente el número e identificación de los desaparecidos. Una vez pasada la lista de los presentes en las unidades de la Escuadra, se pudo comprobar que faltaban en total 14 hombres, estableciéndose por las investigaciones hechas internamente, que de ellos 12 habían desaparecido, presumiéndose que habían perecido al volcar la embarcación, mientras que uno se daba como presunto desaparecido y otro más podría estar faltando a la lista.

La III Zona Naval comunicó que el resto del personal rescatado se encontraba totalmente recuperado y sin novedad.

La nómina de los quince desaparecidos y dos fallecidos, entregada por Decreto C.J.A. Reservado N° 1585/2, de 15 de enero de 1962, es la siguiente:

1. Sargento 1º José Raúl Lecaros Díaz, 41 años, casado, cuatro hijos.

2. Sargento 1º Abelardo Antonio Sepúlveda Retamales, 47 años, casado, cinco hijos.

3. Sargento 1º Rubén Durán Lizama, 46 años, casado, un hijo.

4. Sargento 2º Juan Albino Sepúlveda, 39 años, casado, cuatro hijos.

5. Sargento 2º Carlos Alberto Vargas Mellado, 44 años, casado, tres hijos.

6. Sargento 2º Reinaldo Armando Briones Espinoza, 38 años, casado, nueve hijos.

7. Sargento 2º Luis Armando Ríos, 40 años, casado, siete hijos.

8. Sargento 2º Arturo Tornería Muñoz, 36 años, casado, ocho hijos.

9. Sargento 2º Germán Rodríguez Isla, 38 años, casado, once hijos.

10. Sargento 2º Otto Grandón Hernández, 35 años, casado, cinco hijos.

11. Cabo René Jachura Quiquincha, 33 años, soltero.

12. Cabo Jorge Quezada Villegas, 33 años, casado, dos hijos.

13. Cabo Humberto del Tránsito Oyarce, 39 años, casado, tres hijos.

14. Marinero 1º Raúl Vargas Moya, 26 años, casado, cuatro hijos.

15. Marinero 1º José Enrique Salas Salas, 29 años, casado, cuatro hijos.

16. Marinero 2º Eliecer Hernán Zúñiga, 22 años, soltero.

17. Grumete Hugo Alfonso Llancalleo Álvarez, 18 años, soltero.

 

Ante esta emergencia, la superioridad de la Armada en Magallanes dispuso el inmediato retorno del buque polar “Piloto Pardo” que había zarpado durante la jornada del 24 de julio hacia la zona del Beagle en misión hidrográfica. El mencionado buque ya había atracado al puerto de Punta Arenas, apenas mejorasen las condiciones climáticas iba a cooperar en la búsqueda de los desaparecidos, empleando para ello sus dos helicópteros.

Durante la jornada del 26 de julio se efectuó en la Iglesia Catedral una misa de réquiem en memoria de los marineros fallecidos, contando con la concurrencia masiva de la comunidad magallánica, la cual seguía los acontecimientos de búsqueda.

El 27 de julio se informó la aparición de dos cadáveres en la isla Tierra del Fuego. El entonces Gobernador de Tierra del Fuego, Tomás Radonich Scarpa y el Alcalde Mar, hicieron un amplio recorrido encontrando a orillas de la playa una balsa salvavidas conteniendo un remo, un flotador salvavidas grande, 53 chalecos salvavidas, 3 salvavidas circulares con un barril pequeño y un muñeco grande de lona.

Las especies pertenecían al Crucero “O’Higgins”, pues desde a bordo habían sido lanzadas al agua en procura de que el personal que viajaba en la lancha pudiera salvarse.

Más tarde un avión FACh avistó los dos cadáveres, en dicha comisión aérea tripulaban entre otros, el jefe de operaciones de la Guarnición Aérea de Magallanes, Augusto Reyes; Hugo Blumberg en representación de la radio “La Voz del Sur”, el camarógrafo Jorge Pavisich y el periodista de La Prensa Austral, Francisco Eterovic Domic.

A pesar de todos los esfuerzos no fueron encontrados los cuerpos de aquellos marinos, siendo al igual que miles arrastrados a los misterios del Estrecho de Magallanes.

La Prensa Austral registró los devenires de la tragedia, pero también notables actos de solidaridad, su crónica del 01 de agosto de 1961 señala lo siguiente “Bien dicen que en los momentos de mayor desventura aparecen también los gestos más valiosos del ser humano”.

Continúa la crónica señalando “Ese día se presentó en las oficinas del comandante en jefe de la III Zona el comerciante Luis Álvarez Grez, con domicilio en Ecuatoriana Nº653, quien hizo entrega de varias letras por valor de 96 escudos, que habían sido firmadas por el sargento 2º Reinaldo Briones Espinoza, quien le había hecho diversas compras, que pagaría en plazos determinados. El comerciante fue a devolver dichas letras dejándolas totalmente nulas, de nulidad absoluta, pidiendo que las compras hechas por el infortunado servidor de la Armada le sean remitidas a su esposa o familiares sin costo alguno”.

Tras 60 años de aquellos trágicos acontecimientos, los cuales han pasado de generación en generación entre las dotaciones de buques y marinos en la Región de Magallanes y Antártica Chilena, se recuerda en forma material con una placa en la Capilla Naval de Punta Arenas los nombres de aquellos marinos que en aquella trágica noche perdieron su vida en el mar, recordándonos el sacrificio y entrega a la Patria así como también la fuerza del mar que, a veces por sorpresa, toma a aquellos que han hecho de navegar en sus aguas una forma de vida.

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