Click acá para ir directamente al contenido
Usted está en:
Viernes 21 de marzo de 2025

“Luz chilena en mares antárticos”: La historia del primer faro chileno en Antártica

Temperaturas cercanas a los cero grados y vientos de hasta 70 kilómetros por hora se registraron durante la faena de construcción e instalación del sistema.


Imprimir artículo A- A+

La Primera Expedición Antártica Chilena, organizada con diversas dificultades, es uno de los hitos más importantes en nuestra historia contemporánea, en donde se destinaron diferentes recursos marítimos y navales para llevar a cabo la misión de realizar estudios hidrográficos, instalación de ayudas a la Navegación, registros meteorológicos y la instalación de la primera base chilena permanente en el continente blanco.

Bajo el mando del Comodoro Federico Guesalaga Toro, el Transporte “Angamos” y la Fragata “Iquique” emprendieron viaje al sur desde Valparaíso, transportando elementos de construcción, equipo científico, la dotación de la futura base al mando del Teniente Primero Boris Kopaitic y un grupo de intelectuales que serían testigos de esta importante comisión.

Entre enero y febrero, se exploraron diversas áreas para determinar la ubicación de la futura base, realizando estudios de sondaje y registros de cartas náuticas, así como también instalando las primeras ayudas a la navegación en el continente blanco.

Los Fareros del Fin del Mundo tenían una misión en particular, la cual era determinar la ubicación y construcción del primer faro antártico chileno, el cual correspondía a una torre con un banco de acetileno, cuyo parpadear de luz era regulado cada 10 segundos.

Las tareas de construcción de la radioestación telegráfica y meteorológica “Soberanía”, actual Base Naval Antártica “Capitán Arturo Prat”, demandando un tremendo esfuerzo de las dotaciones y equipos de apoyo presentes en esta primera comisión antártica, definiéndose el lugar de construcción del primer faro nacional a principios de marzo en Punta Prat, en cercanías de la recién inaugurada base.

La fuerza de tarea para este fin zarpó desde el Transporte “Angamos” a primeras luces del día 21 de marzo, realizando la faena de construcción e instalación del sistema, el cual ya había sido desembarcado el día anterior.

Bajas temperaturas cercanas a los cero grados y vientos de hasta 70 kilómetros por hora fueron algunos de los registros de aquella jornada, los cuales pusieron a prueba a los Fareros del Fin del Mundo en esta trascendental tarea.

Al finalizar la jornada, el faro ya iluminaba desde Punta Prat, escribiendo Eugenio Orrego Vicuña, académico de la Universidad de Chile en su diario de viaje “es una luz chilena en los mares antárticos”, relatando aquella hazaña que marcó la penúltima jornada de la Primera Expedición Antártica Chilena.

Al día siguiente, el 22 de marzo, antes de partir de bahía Chile el Comodoro Federico Guesalaga se dirigió a la dotación de la primera base chilena en la Antártica señalando: “quedáis aquí al servicio de la Patria. Sólo el pensamiento fijo en ella y el estrecho afecto de nosotros mismos os harán llegar firmes al final…me despido deseándoos a todos una estadía provechosa para la nación, para la marina, que representáis en suelo antártico desde este momento”.

Al partir la última lancha, los miembros de la dotación formados en muelle “Soberanía” entonaron el himno nacional, iniciando así el primer aislamiento por parte de miembros de la Institución en el Territorio Chileno Antártico, siendo acompañados por aquella luz parpadeante del primer faro chileno que enfrentó las inclemencias del continente blanco, siendo el inicio de la red de Ayudas a la Navegación en el Territorio Chileno Antártico, guiando a los navegantes y que hoy presta un servicio fundamental en uno de los lugares más maravillosos e inhospitos del mundo.